Será que nos come el tiempo y que echamos desesperadamente
de menos aquellas viejas épocas en las que viajábamos a la piscina en los
veranos calurosos. Será que compartíamos literatura variada o que tú te comías
los libros y a mí me gustaba intentar seguirte el ritmo. No sé.
La cosa es que siempre apareces. Siempre. Nos entra la
nostalgia en los cumpleaños y nos mandamos, como antes, aquellos testamentos de
las cosas que no nos atrevíamos a decir y de todas aquellas cosas buenas y malas
que nos habían ido pasando a lo largo del año. Tenemos que reconocer que lo
nuestro son las letras y que no se nos da muy bien eso del “cariño
excesivamente afectivo”.
Me gusta pensar que sigue siendo así, aunque yo siempre sea
la peor de las dos. Soy siempre la que deja las cosas para lo último, la que se
olvida de nuestras visitas veraniegas y a la que le cuesta arriesgar. Te debo
más de lo que soy capaz de recordar y tú siempre estás al pie del cañón. Me
pregunto por qué, si no he sido nunca una amiga modélica y siempre me recuerdo
que cuando tuve que estar a tu lado porque debía ser así, elegí incorrectamente
pasar mis recreos al lado de alguien que solo era veneno. En ese momento no
escuché tus palabras y, querida amiga, créeme que me arrepiento.
En fin, no quería que este cumpleaños pasase sin dedicarte
unas líneas como antes, aunque las cosas ya no sean iguales, aunque nos
tengamos que ver siempre por casualidad, aunque el tiempo haya pasado para las
dos…espero que por lo menos nos siga quedando esto, que es lo mejor que
conservo de aquella época.
Espero que algún día logres perdonar mis incontables
errores. Espero que sigamos manteniendo esta tradición y que, de verdad, esta
década que te espera esté llena de éxitos.
P.D. No puedo creer que haya pasado un año.
ILSM