“Tan imposible de
comprenderte y tan incompatible conmigo, tu el hielo seco y yo ese sol simpático,
tu tan lista y yo tan tonto, tu tan modesta y yo tan presumido. Tanta
incompatibilidad que nos atrae y solo se interpone entre nosotros una cosa.”
J.
* * *
No pensé que fueses a ser
tú.
Es complicado, como todo
en este mundo, pero es más complicado cuanto más lo pienso. Nunca me imaginé que
fuese a cuestionarme esta clase de cosas y desde luego nunca pensé que fuese a
pasarme tan temprano. ¿Qué estamos haciendo? ¿Qué estoy haciendo?
Sólo sé que empezó con un
comentario desafortunado y que sigue con un: “¿Enserio?”
No podemos simplemente
obviarlo, por supuesto. Tampoco debemos dejarlo pasar sin más porque lo que
dije, a quién fuese, lo dije porque lo pensaba y aunque haya sido desafortunado
y completamente sincero no podemos olvidar que esto sigue siendo una locura.
Que esto, lo que sea, sigue interponiéndose entre nosotros.
Eres…eres todo lo que
deberías ser en unos años. Eres respetuoso, educado, carismático y presumido.
Crees fielmente en tus sentimientos y pensamientos pero sigues saltando de
forma instintiva con peleas absurdas porque aún eres lo que tienes. Pero, ¿sabes
qué? No es tu culpa. No es tu culpa
porque la vida aún no te ha enseñado como callar aunque la razón resida en ti,
aunque esté totalmente de acuerdo contigo.
Vivo sumida en una
frialdad sin límites y crees que soy lo que ves, pero en este momento soy un lío
sin remedio que se siente cómoda a tu izquierda en el sofá, bebiendo un té ajeno
que nunca ha sabido tan bien.
Aparto el humo a nuestro alrededor
y despierto de una ensoñación producida por el estrés escapando de mi cuerpo.
Pero es que es tan fácil hablar contigo, observarte titubear y dando lo mejor
de ti para hacerme sentir cómoda que casi olvido lo más importante, lo que más
te molesta que te recuerde.
Siento que me equivoco
eligiendo esta opción, eligiendo ser egoísta, pero es que no sé realmente que
es lo que quiero hacer con esto. Disfruto muchísimo teniéndote a mi derecha,
compartiendo las tardes contigo, aprendiendo un poco a cada momento.
Y la verdad es que me
cuesta. Me cuesta pensar en cómo no sentir tanto frío, en cómo no ser tan seca,
en cómo ser lo que no soy. Me cuesta pensar en cómo tener lo que no tengo o en
tú no tener lo que deberías.
Es muy difícil trazar
esta línea roja y este punto negro sobre nuestro fondo blanco. ¿Sabes qué es lo
peor de todo esto? Que si realmente esto que se interpone entre nosotros pesa
más que las toneladas de cosas buenas que tienes aún por enseñar, nunca
sabremos si lo nuestro será una obra de millones o un simple cuadro sin sentido.
No sabremos si ha valido la pena tanto esfuerzo y dedicación en algo inacabado.
No sabré si al final
acabaré bebiéndome mis lágrimas pensando en lo que pudo haber sido, en lo que
pudo haber pasado y en lo que nunca fue.