Empezó como una tontería, como algo entre dos infantiles
chiquillos que nada tienen que ver el uno con el otro.
Me enterneció la manera con la que declinábamos nuestros
intereses de forma educada, casi como dos desconocidos. Ahora recuerdo aquellos
días con pesar, pensando en cómo serían las cosas si aquello no hubiese
sucedido.
Ojalá no hubiese sucedido.
Quizás fue el “no” demasiado rotundo o simplemente la
inexperiencia siendo aplacada por la tormenta incontrolable de mis sentimientos
que nada buscaban en ti. Que todo lo tenían que ver.
He tenido que mentir para esconder algo que no terminaba de
gustarme, algo que me incomodaba. Algo que no podía ser.
He tenido que ocultar y guardar bajo llave tantas cosas que
ahora que empiezo a creerme mis propias mentiras, la jugada cambia.
Cambia y lo hace porque siento decepción de mí, de todo, pero
sobretodo de ti.
"Subestimamos tu inteligencia emocional porque muchas veces olvidamos que sigues siendo tú pero con tu corta edad."
Lo que no te perdono es que la hayas hecho llorar.