Decidí, como decide un ciego, enfrentarme al mundo sumida en
la oscuridad.
Y así empieza otra vez, una etapa amarga y llena de
preguntas que no siempre esperan respuesta. Así es como, de nuevo, nos
enfrentamos a la realidad armados de coraje. Libramos la batalla con nosotros
mismos y salimos milagrosamente ilesos de lo que en un principio pintaba ser el
caos total, una muerte segura en el borde del abismo de la maldad perversa del
mundo. Siempre contra nosotros.
Siempre luchadores incansables de una batalla que comienza
perdida. Siempre amantes a escondidas de una noche fría y triste entre las
sábanas de alguna cama solitaria.