“Quizás aquella mirada con un toque de locura fue lo que la
devolvió a la realidad. O quizás…quizás fue la manera con la que él jugaba con
sus sentimientos. Había dicho que era muy bueno en los deportes, quizás el arte
del amor representara para él algún tipo de juego que tuviese que ganar.
De cualquier forma él seguía cumpliendo cualquier horrible
expectativa que ella pudiese haber imaginado alguna vez.
Él era alérgico a la palabra compromiso, le tenía fobia a
la palabra amor y desde luego parecía sentir pavor por todos esos “sentimientos
extraños” que surgen cuando dos personas se sienten atraídas la una por la otra.
Ella siempre se conformaba con seguirlo un paso por
detrás, literalmente. Se convertía en su sombra cuando él la dejaba, porque a él
le gustaba crear expectativas en las mujeres.
Solo se trata de alguien que está completamente sumida en
una relación destructiva.
Él se muestra simpático y entran en una fase enérgica y
feliz denominada “tonteo”, él se tira un par de frases robadas de poetas
muertos de los que no reclaman derechos de autor y la presa cae rendida en una
relación insufrible con un hombre que a penas la quiere y que le pide, bajo
lágrimas de cocodrilo suplicantes, que mantengan su “relación” en secreto,
Entonces ella acepta pensando que el premio es demasiado
gordo como para dejarlo escapar y accede de forma voluntaria a sumirse en un
calvario continuo a la sombra de un adolescente hormonal y sin principios con
graves problemas de aceptación.
No se quedó embarazada ni su novio le pegaba de forma
brutal. Solo se había metido en una relación de la que pocos escapan y,
aunque nadie se preocupó realmente por su estado de ánimo, ella tampoco dijo
nada.
Se sentía sucia cuando él la tocaba pero entonces llegaba a
casa, se miraba los pómulos enrojecidos por la pasión, se cepillaba el pelo
alborotado y observaba las marcas imborrables del lápiz labial alrededor de su
boca. Solo podía pensar en lo guapa que estaba recordando las viejas épocas en
las que detestaba observar su reflejo a través del espejo.
Las sonrisas fueron escaseando y la poca autoestima que
quedaba en ella se desvaneció sin avisar. Le confió a él la tarea de tomar sus
elecciones, de controlar sus salidas y de manejar sus relaciones.
Fue duro y cruel tener que romper con toda una cadena de
amistades y sucesos importantes que la habían llevado a ser quién era. Pero estaba
segura de que algo en ella la animaba a continuar de una forma febril y
alocada. Era una línea recta sin fin que tampoco buscaba destino, y aunque los
meses fueron escasos, muchas cosas dejó por el camino.”