No dejo de pensar en las cosas que he ido haciendo durante
este último año y lo cierto es que son precisamente estas aventuras las que se
suelen poner en las redes sociales cuando el año está acabando, más que nada
para no fallar a los típicos tópicos. El caso es que mi año, el mío, comienza
en agosto del año pasado.
Se supone que hay una etapa de tu vida que lo cambia todo. Es
ese momento que vives prácticamente por inercia y te convierte en la persona
que eres actualmente y supongo que para mí agosto…agosto es mi punto de
inflexión. Fue el mes en el que las cosas comenzaron por fin a encajar.
Adiós a tanta
negatividad acumulada, a la espera siempre de lo malo, a los amigos tóxicos, a
las fiestas obligadas, a las salidas sin ganas, a los compromisos y las
pesadillas de un futuro inventado.
Fue el momento en el que me encontraba tan perdida que me
hubiese agarrado a cualquier mano amiga para no ahogarme entre tanto disgusto y
la verdad es que se trata del juego divino del azar que a veces nos pone en la
casilla de salida de las aventuras de tu vida para que empieces a jugar. (La
rima fue involuntaria :] ).
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