Dicen que existe un lugar, una “zona de confort”, a la que
acudimos cuando las cosas no nos van bien o cuando simplemente estamos desconformes
con nuestra vida. Se dice también que este lugar, escondido en el rincón más
oscuro de nuestra mente, no tiene por qué ser necesariamente un sitio en el que
hayamos estado y ni siquiera tiene que ser un lugar.
Se trata de un recuerdo, un lugar, una persona, imaginaria o
no, que aparece cuando no nos encontramos bien, cuando no podemos dormir o
cuando no sabemos identificar la angustia en nuestro cuerpo.
Se dice que al llegar a este estado de paz producido por
esta visualización de este lugar o este alguien, (o lo que sea), aprendemos a
distinguir el amor en casi todo lo que hacemos. Que a través de la meditación
en esa “zona de confort” llegamos a un estado de la mente en el que aprendemos
a controlar y distinguir la tristeza, el miedo, la angustia y que a partir de
ese momento comenzamos a ver el mundo con otros ojos, aprendemos a sacar la
parte positiva de todas las cosas que nos pasan y de todo lo que nos rodea.
Yo propongo esto: buscar tu zona de confort. Sé que suena raro
y posiblemente lo sea, pero a mí me ha funcionado y me está funcionando. Mis
allegados dicen que el yoga me está volviendo aún más loca, pero todos
coinciden en que me ven mucho mejor y que sea lo que sea lo que estoy haciendo,
que no lo deje.
Cuando uno cambia todo lo que se encuentra a su alrededor
cambia también con él. No todo tiene que ser siempre de un mismo color y si hay
algo que me está haciendo feliz a mí es mi "obligación" compartirlo con los demás
para que estos también lo sean, por muy loca que pueda sonar.
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