“Por otro lado estaba el presente donde Mr. Jones me
acariciaba con sus suaves palabras.
Él me transportaba a otro mundo con su mirada de galán
reprimido. Era un mundo bonito cargado de colores vívidos y estampas de postal,
donde él simplemente sostenía mi mano, donde me escuchaba sin interrupciones y
sin buscar nunca su propio beneficio.
Aunque nuestro mundo era muy idealizado él seguía vistiendo
su traje negro sin la mínima arruga, manteniendo siempre su mirada de galán
cortés y yo seguía siendo su sustento, su escapatoria al mundo relativo en el
que solía vivir la mayor parte del tiempo.
Incluso el aire gritaba nuestros nombres y cuanto más tiempo
pasábamos en nuestro mundo, más me convencía de que nuestro amor seguía tan
impoluto como su traje, de que nuestras personalidades se acoplaban de tal
manera que no existían arrugas que pudiesen estropear nada. Sostuvo mi mano y
yo sostuve la suya, nuestros ojos conectaron y volvimos a escapar.”
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