domingo, 24 de agosto de 2014

"Vamos a vernos de nuevo con otros ojos"


           Ha sido desolador nuestro reencuentro y no me refiero a todos nosotros, porque el volver a vernos siempre parece aportar alegría a mi vida. Me refiero a él y a mí, a ese siempre negativo amigo al que extrañaba tanto.

Es él, de nuevo, cambiando completamente su expresión, siendo el maduro él que muy pocas veces he visto.
 
           Me sorprendió la manera tan sentimental con la que me hablaba. Solo pude mostrar asombro y sorpresa porque resulta que él es prácticamente un claco de mí misma y yo sin saberlo. Ha vivido y ha padecido mil y unas camuflando toda la mierda detrás de bromas, chistes y sonrisas. Detrás de un infantilismo que en realidad, pienso, no le acompaña.

           Se trata de la misma fachada autoprotectora que he ido levantando yo también a lo largo de los años. Esa que nos permite aguantar los duros modales de la vida.

           Resulta que he conocido lo peor de él y realmente, de todo corazón, siento que es lo mejor que tiene.

           Es el hecho, también, de que hayamos pasado por lo mismo, que tengamos un “amigo” que nos haya dado la patada habiéndole entregado casi todo. Que prefiramos dar más por los demás antes que a nosotros mismos. Que volvamos, conscientes, a caer en las mismas garras del villano para echarle una mano sabiendo que nunca se tratará de algo recíproco.

           Que no creamos en las segundas oportunidades fantásticas de la vida. Que lo bueno vendrá si sigues lo positivo y que la parte negativa es aquella que “me habrá tocado vivir por algún motivo que aún desconozco”.

           Que haya creído que querías hacerme daño cuando me estabas tendiendo tu mano porque ambos somos iguales: esperamos lo peor del otro, de la vida y de las cosas para no llevarnos una decepción.

Te quiero aunque no te lo creas, aunque nunca te lo diga. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario