miércoles, 8 de enero de 2014

"A ella la necesito más que a Dios." - Mario Benedetti


                 "Desde el alféizar de la ventana me miró como si me reconociese. Como si por un segundo, recordase todos los mimos y caricias que durante tanto tiempo le regalé. Me miró, con esa mirada ahora perdida que muchas veces me había dado temor hacer entristecer.

                  Aquella mujer, ya entrada en edad, aquella que había colmado mi vida de cariño, ya no era lo que solía ser.Ya apenas sonreía o levantaba los ojos de sus manos. Ya no cocinaba porque no era capaz de acordarse, por supuesto, de ninguna receta, ni de donde se encontraba aquella cocina en la que tantas horas invirtió.

                  Supongo que ya no se acuerda de que cocinar era su tarea preferida. Supongo que no debe de recordar todas las caras de felicidad alrededor de la mesa ni a la cantidad de personas a las que había enamorado con sus tartas “improvisadas”.

                  Pero más trágica que la pérdida de un ser querido es la presencia de alguien que en realidad ya no está. Alguien que no es capaz de acordarse del nombre de sus hijos, ni de como levantar la mirada de sus manos.

                  Pero hoy, supongo yo, algún recuerdo del pasado se ha apoderado de sus maravillosos ojos y ha decidido reconocer mi rostro al otro lado del cristal. Algo desconocido para mí e incluso para ella, ha vuelto hacer saltar esa llave del azar y además de sus ojos, mi mujer,  me ha devuelto una sonrisa." 

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