domingo, 5 de enero de 2014

"Tu étais formidable, j'étais fort minable." - Stromae


             “Debí haber imaginado, después de tantas mañanas interminables, que el único camino de vuelta a casa era el mismo que me había traído a este sitio. Debí de pensar exactamente cuáles debían de ser mis elecciones cuando tuve tiempo, cuando en mi cuerpo aún quedaban retazos de infancia. Cuando era demasiado joven o demasiado ingenua como para tomar mis propias decisiones.

              Pero el final estaba tan cerca que la luz de mi túnel me cegaba los ojos.

              Ya no iban a existir palabras de ánimo ni exámenes de recuperación cuando la vagancia hacía acto de presencia en el último trimestre. Ya no iban a haber próximas veces ni nuevas oportunidades.”

               Pero supongo que la mayoría somos así, suplicamos para que las etapas de nuestra vida pasen rápido y sin muchos contratiempos, y justo en la etapa de cambio sufrimos un arrepentimiento casi espontáneo que nos hace desear, a veces con desesperación, volver al paso. Hacerlo todo de nuevo, hincar los codos, quemarnos las pestañas, sudar gotas de sangre, estrujarnos el cerebro y volver a desear, casi con desesperación, a que todo pase rápido. 

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