Es ese momento, cuando la negrura
hace su aparición indicando el final de una historia que comienza para mi más
tarde que para cualquiera. Es este amor que nace a raíz de otros amores y que
crece inexplicablemente por la firmeza del deseo de conocer.
El problema es que, ¿Quién lo hubiese esperado? ¿Alguien
realmente termina por creérselo? ¿Por qué tiene que ser justo ahora, justo
cuando me incorporo a este camino tan largo? ¿Por qué acaba donde empieza mi
viaje?
Quizás lo que digo no tenga ningún
tipo de sentido para ti, querido lector, pero este final tan inesperado y este
giro tan drástico de los acontecimientos del día a día de otra persona me ha
dejado tan descolocada que ya no soy capaz de escribir nada que no me lleve a
ellos. Quizás no lo entiendas ahora y lo más probable es que tampoco termines
nunca de entender este “post” o estas palabras, pero siento un tremendo vacío
que en realidad es parte ajeno y parte prestado.
Es el momento en el que él se despide,
su frase característica, su nerviosismo a la hora de hablar. Es la ausencia de
ella en un día que en realidad es uno más, es la falta de tristeza por su parte
y la melancolía en los rostros anónimos que contemplan el horror. Soy yo, al
otro lado del mundo, escribiendo sobre alguien que en realidad no conozco. Es
esta locura que me acompaña siempre y este amor por dos desconocidos que me
parte el alma.
Es esta despedida, la más triste
y amarga de todas.
TOODLES
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