“Estaba el río, a cada lado la orilla que nos separaba de
nosotros. Estaba la luz que permitía distinguir nuestras siluetas en la
tranquilidad de loche. Estábamos nosotros, ajenos, observándonos, queriéndonos
en la distancia, amando al ideal que cada uno había inventado para el otro. Mi perfecto
él y su idealizada yo.”
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