Parece que la negrura vuelve a avanzar por mi vida y que vuelvo
a vestir de gris, siempre gris. Lo bueno, esta vez, es que sé a qué se debe y quizás
este es un buen comienzo: saber cuál es el problema te ayuda a buscar
soluciones a tanta tristeza contenida.
La verdad es que si desconociese la causa de mi constante
preocupación lacrimógena sería aún peor, ya que además de soluciones a un
problema desconocido tendría que agregarle la insufrible búsqueda de tantos
sustantivos negativos.
Me hace acordar tanto al pasado…a aquellas tardes en la
biblioteca intentando buscar un remo con el que pudiese seguir navegando,
intentando ponerle palabras a un sentimiento que rozaba la negrura y que,
desconocido o no, se había enquistado ya en mi y había terminado aceptándolo
como mío.
Estoy comparando la Giulietta de antes con la de ahora y me
enorgullece darme cuenta de que he cambiado a pesar de haber reconocido que el
cambio me aterra. Me siento mucho mejor que antes, creo que he madurado y al
madurar he crecido como persona y ahora sé que nadie me impone nada y que las decisiones
he de tomarlas yo independientemente del maldito “qué dirán”, porque ahora se
cuales son las diferencias existentes a la hora de tomar las mismas decisiones
y de buscar soluciones para dejar atrás a aquella negrura con la que solía convivir
y que había terminado por aceptar como mía.
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