domingo, 10 de noviembre de 2013

Punto de Inflexión


        Me la encontré sentada en el mismo banco de siempre, con las manos entrelazadas y la mirada gacha. Me la encontré por casualidad, mientras yo misma reflexionaba sobre mis cosas.

           Parecía pequeña, más pequeña aún de lo que era para mí en este presente tan fugaz. La miré como quién mira a un desconocido y ella, percatándose de mi presencia, abrazó sus piernas y enterró la cara en sus rodillas.

-¿Qué te pasa? ¿Por qué lloras?

-No lo sé. Simplemente estaba en clase y…-Esperé, pero no dijo nada más.

          ¿Cuál era la causa de su llanto? La intriga me comía por dentro.

          Permanecí de pie frente a ella, esperando por alguna otra explicación que nunca se produjo, porque entonces aquella muchacha triste levantó la cabeza y sus ojos, idénticos a los míos, se clavaron sobre mí.

          ¿Cuál era la causa de su llanto? ¿Cuál fue la causa de mi llanto?

          Mirándome a mi misma con los ojos del presente comprendí que aquel sueño, aquella irrealidad que había sido real años atrás, sólo quería mostrarme el nivel de estrés por el que estaba pasando por aquel entonces. Quería ilustrarme de forma precisa la cantidad enorme de diferencias que había entre las dos. Entre aquella débil muchacha que salía corriendo de clase de matemáticas para llorar a solas y la preocupada y siempre fiel mujer en la que me había convertido. 

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