Después de un día agotador, me levanto un día más con la
sensación de haber hecho algo increíble pero sintiendo que en realidad no
debería ser así. No debería levantarme con este dolor en el pecho producto de
los nervios no expresados por la apertura de un negocio que creo que me gusta
mucho y del que conozco, entiendo, practico y trabajo lo que he ido aprendiendo
este último año.
Estoy emocionada a la par que nerviosa, por supuesto. Hoy
doy mi primera clase de yoga y estoy tremendamente emocionada porque es un
mundo laboral que desconocía hasta ahora. Eso de “ir al trabajo” para mi tenía
que significar ir a un lugar al que tuvieses que aguantar a personas que no te
agradan, haciendo algo que no te gusta. Pero para mi sorpresa comprendí que sí
que se podía ir al trabajo con ganas pero con nervios. Nervios por querer hacerlo
todo muy bien. Nervios por el desconocimiento parcial de que es lo que me
encontraré y si sabré manejar la situación.
De cualquier forma, siento que hoy estoy creando un trocito
de mi historia, que hoy estoy haciendo algo diferente a lo que haría la mayoría
de personas a mi edad. Estoy trabajando en algo que me hace crecer como
persona, que me anima a seguir un poco más, a mejor cada día. Y aunque parezca
que en mi cuerpo flotan sustancias alucinógenas, nunca he estado tan contenta y
tan viva en toda mi vida y esto es algo que no todo el mundo puede decir.
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