Aprovechando este “tour” por mi vida quería, si me lo
permiten, echar la vista atrás, mirar el camino recorrido, poder comprobar que
las dudas, las piedras, los obstáculos siguen ahí detrás donde los dejé y poder
centrarme, por fin, en las cosas buenas del pasado.
Nací, cosa que no recuerdo, crecí hasta los 5 años y
desperté. De los 5 a los 8 tengo vagos recuerdos de familia, lugares y
acontecimientos que están grabados en mí. Algunos sin razón ni explicación
coherente y otros con mucho cariño y recuerdo.
A los 8 años me dijeron que iba a viajar a un lugar donde
era “verano todo el año”. Comparado con los inviernos de Uruguay el de aquí es
una tarde de primavera. Hice un viaje que supuso 3 aviones, muchas lágrimas,
mucha esperanza y poco entendimiento.
Fui a un colegio estupendo donde tuve que aprender a crecer “pasito
a pasito”, pero no me puedo quejar porque ella sigue estando ahí. Fueron 3 años
durísimos llenos de sonrisas.
Fui a un instituto realmente increíble. Aunque esto no lo
supe hasta que me fui. Pasé 6 años deseando escapar de allí, terminar todo de
una vez y marcharme para nunca volver. Lo llamaba “prisión” y aunque en muchas
asignaturas lo fue, por diferentes motivos o funcionarios, (ejem…), no puedo
ocultar el hecho de que allí crecí y maduré hasta pudrirme del aburrimiento.
Allí en “High School Viento” como decía Yuliet, conocí a
algunos locos a los que adoré y con los que me “enralé”, con los que canté,
reí, “puchúm” y con otros muebles de Ikea con los que ni viví, ni me interesó
hacerlo.
Es importante que me detenga aquí, en este período de 6 años,
porque sin ese paréntesis el 80% de la Giulietta que soy ahora dejaría de
existir. Aquí es cuando pasé de ser “la niña rara y silenciosa” a “Giulietta la
habladora” la de: “¡Carmen, cierra la ventana que me congelo!”, la que oficiaba
las bodas en la guagua a Jaca. Soy la culpable de “meter mucho fuego” en peleas
ajenas, la enamorada de las tardes con “Lisa y su guitrarra”. (No puedo
escuchar Plan White t’s sin acordarme de ti) y la niña que perdió el móvil y el
diente en una fiesta a la que no quería ir.
Allá quedarán los “cumpleaños felices” en clase de Bea, los
“Boicots” en clase de Elba, el “¡Alejandro, quita tus patas pa’ allá!”, “¡pero
piensa Mikel, piensa!”, “Don Limpio” y
su puto círculo cromático, los chocolates de Auxi, las rarezas de José Vicente,
“Los pulsadores de Pasapalabra de Yuliet”, los botellones y negocios oscuros de “Conti”, el "RococÓ" de
Antonio y los llantos en el baño de las chicas.
“Total, para lo que nos quedaba en el convento…” ¿verdad
Alejandro? Te lo dice una desastrosa presentadora de orlas.
Es por eso por lo que es tan importante, porque son muchas
cosas. Cosas muy, muy buenas.
A todos un “Kilo Kilopondio” de mi parte.