Mis “Pipupipupius”, mis “horandelas”, mis locos “Villanos
favoritos”, mis “cerecillas”. ¿Qué hubiese sido sin ustedes en esa selva llena
de “guarronas” en leggins, acosadores con acento madrileño y ataques de papiroflexia?
¿Cómo hubiese sobrevivido a las clases de Antonio?, ¿Con
quién hubiese hecho “ingeniería de cafetería?, ¿Con quién hubiese estado en
profundidad de periscopio?, ¿Con quién me hubiese atiborrado a frutos secos y
café?, ¿Con quién hubiese comentado el atractivo tan poco común de Papá Oso?,
¿Con quién hubiese escuchado la música de “Pielsuave”?, ¿Con quién?
Sin olvidarnos de los montaditos, nuestra base central,
nuestra oficina, ni tampoco de las heridas en manos y pies en una excursión por
el Confital, ni el magnífico atardecer posterior. Pero bueno, esto ya lo he
dicho antes en: "Narnia y otras formas de destierro".
Ha sido un año lleno. Lleno de tantas cosas y sin embargo
siguen estando ahí y yo sigo estando aquí, en Narnia, extasiada de tanto amor y
guardando la esperanza cada semana para que nos volvamos a ver.
Los echo de menos incluso cuando todo me parece
“maravilloso”.
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