lunes, 18 de marzo de 2013

Camino

    

    “Quizás aquella mirada con un toque de locura fue lo que la devolvió a la realidad. O quizás…quizás fue la manera con la que él jugaba con sus sentimientos. Había dicho que era muy bueno en los deportes, quizás el arte del amor representara para él algún tipo de juego que tuviese que ganar.
         De cualquier forma él seguía cumpliendo cualquier horrible expectativa que ella pudiese haber imaginado alguna vez.
         Él era alérgico a la palabra compromiso, le tenía fobia a la palabra amor y desde luego parecía sentir pavor por todos esos “sentimientos extraños” que surgen cuando dos personas se sienten atraídas la una por la otra.
         Ella siempre se conformaba con seguirlo un paso por detrás, literalmente. Se convertía en su sombra cuando él la dejaba, porque a él le gustaba crear expectativas en las mujeres.
Solo se trata de alguien que está completamente sumida en una relación destructiva.
         Él se muestra simpático y entran en una fase enérgica y feliz denominada “tonteo”, él se tira un par de frases robadas de poetas muertos de los que no reclaman derechos de autor y la presa cae rendida en una relación insufrible con un hombre que a penas la quiere y que le pide, bajo lágrimas de cocodrilo suplicantes, que mantengan su “relación” en secreto,
         Entonces ella acepta pensando que el premio es demasiado gordo como para dejarlo escapar y accede de forma voluntaria a sumirse en un calvario continuo a la sombra de un adolescente hormonal y sin principios con graves problemas de aceptación.
         No se quedó embarazada ni su novio le pegaba de forma brutal. Solo se había metido en una relación de la que pocos escapan y, aunque nadie se preocupó realmente por su estado de ánimo, ella tampoco dijo nada.
          Se sentía sucia cuando él la tocaba pero entonces llegaba a casa, se miraba los pómulos enrojecidos por la pasión, se cepillaba el pelo alborotado y observaba las marcas imborrables del lápiz labial alrededor de su boca. Solo podía pensar en lo guapa que estaba recordando las viejas épocas en las que detestaba observar su reflejo a través del espejo.
          Las sonrisas fueron escaseando y la poca autoestima que quedaba en ella se desvaneció sin avisar. Le confió a él la tarea de tomar sus elecciones, de controlar sus salidas y de manejar sus relaciones.
          Fue duro y cruel tener que romper con toda una cadena de amistades y sucesos importantes que la habían llevado a ser quién era. Pero estaba segura de que algo en ella la animaba a continuar de una forma febril y alocada. Era una línea recta sin fin que tampoco buscaba destino, y aunque los meses fueron escasos, muchas cosas dejó por el camino.”

domingo, 10 de marzo de 2013

Y estábamos allí, mintiéndonos


            Creímos que aquello nos pertenecía, que éramos dueños de nuestra verdad a medias y que la realidad simplemente pasaba a nuestro lado como una desconocida.
Intuíamos o preferíamos olvidar que aquello era, más que nada, un juego de niños. Nos ocultábamos juntos esperando que nadie descubriera nuestro terrible secreto.
             Supongo que decrecimos con el tiempo, que la unión, la amistad o la tontería mutua nos haría olvidar la poca madurez adquirida de forma reciente y pasajera.  Nos dedicamos a querernos sin muchas demostraciones, a lo lejos y muy de vez en cuando.
             Empecé a pensar que algo podría salir de toda esta historia, que después de tanto amor a medias, tanta tontería sin sentido y tanto decrecer con el tiempo aprenderíamos a confesar algo que nos acercara aún más, algo que nos permitiera salir de nuestro escondite sin ser juzgados ni delatados. Pensé que ganaríamos el juego.
             Y ahora estoy aquí, ignorándote.
             Creí que sería más difícil, que tu lejanía me haría un daño tremendo, que viviría siempre bajo la lluvia de mis lágrimas y que la soledad volvería a mí para nunca marchar.
             Querido amigo: he decidido convertirme por fin en egoísta y seguir tus propias enseñanzas. Volvamos al pasado y olvidemos que nos conocemos. Solo estamos perdiendo el tiempo, tiempo que ahora necesito para buscar un nuevo lugar en el que esconderme porque ahora de quién he de ocultarme es de ti. Lo más triste de todo esto es que he descubierto que sólo eras el cómplice de nuestra captora y que no tenías intención de dejarme ganar.
             He descubierto que vuelves a elegirla a ella y espero que entiendas que estoy cansada de necesitarte tanto.

Ahora me toca recordar cómo vivía sin ti. 

sábado, 2 de marzo de 2013

"Fue más fácil correr bajo las granadas que caminar entre los escombros. "



           Desee, casi con desesperación, que aparecieras en mi vida, que irrumpieras de forma abrupta por la puerta de mi soledad, que calmaras este mar de lágrimas, que me ayudaras a aplacar todos los sentimientos que jamás he sabido describir.
           Deseaba, noche tras noche que aparecieras y me salvaras de un mundo que no me comprende. Te moldee  a mi antojo, te di vida, te proporcioné un corazón, aunque artificial, latía. Te di la más bella de las sonrisas que puede haber en un mundo carnal y humano, aunque tú no pertenezcas a él. Me morí una y mil veces por ti de tal forma que mi alma, rota en añicos, se hizo inmortal. 
           Me enseñaste a volar, a viajar por todos los rincones de tu mente, una mente que yo diseñé. Acaricié cada parte de tu anatomía de forma pausada, porque pensé que eras eterno. Fui la perfección para ti, aunque realmente yo carecía totalmente de ella.

Me dejé amar, porque aquello aunque irreal, era amor.

Pero es que aunque cueste mucho despedirme de ti, tengo que despertar.

Colillas por el suelo



Sentada al otro lado de la habitación me observa mientras fuma su cigarrillo. Aquella muchacha había sido mi punto de apoyo, mi zona segura, la línea de mi horizonte. Había sido extremadamente importante en mi vida. Lo había sido tanto y durante tanto tiempo que observarla por fin desde una nueva perspectiva llena de prejuicios, me hacía darme cuenta de que aquel fracaso significaba muchísimo tanto para ella como para mí.
Le da una nueva calada a su cigarrillo sin apartar sus ojos de los míos.
Me siento tan insegura ahora. Mi punto de apoyo ha desaparecido. La muchacha a la que había idolatrado durante tanto tiempo me devuelve una mirada triste y ansiosa, mientras yo lucho una batalla silenciosa bajo las profundidades de mi alma, intentando no odiarla como mi cuerpo y mi cabeza me piden.
Intentando convencerme de que ella no podía haberlo hecho, intentando luchar contra el sentimiento inaplazable de dolor, de sentimientos encontrados, de agonía e incluso de pérdida.
Ella lo había significado todo y el hecho de que yo no pudiese oír ninguna de sus palabras empeoraba las cosas. No me dejaba pensar con coherencia, no me dejaba ir en paz.
Sentada al otro lado de la habitación me observa mientras fuma su cigarrillo, mientras el mundo a nuestro alrededor se hace pedazos de forma irremediable.
No pude evitarlo y me eché a llorar. Y llorando su pérdida me fui caminando por los escombros que habíamos dejado a nuestro alrededor.
Aún así, y a mis ojos, ella seguía siendo perfecta. Yo era simplemente yo pero sin ella.

viernes, 1 de marzo de 2013

Hipnosis



        El problema principal no había sido verlo con ella de la mano, paseando como si yo no existiese, como si todas las palabras regaladas con lo que parecía cariño se perdieran sin más. Lo peor no había sido fingir durante horas que me encontraba ajena a todo aquello, no había sido el cansancio producido por mantener una sonrisa radiante en mi cara ni por haber efectuado una venganza sin testigos.

        Lo peor, sin duda alguna, había sido caer en la aceptación de que él realmente me quería para “lo que me quería” para los abrazos y caricias tardías y para que yo le susurrara, como en una sesión de hipnosis, aquello que él deseaba oír. Había sido ver resbalar, como gotas en una ventana, cada pensamiento, recuerdo e ilusión invertidos en una relación que nada tenía que ver con el amor, la amistad o el cariño.

        Había sido obtener una respuesta en forma de silencio en un momento en el que yo necesitaba que él me devolviese las atenciones recibidas. Cuando más necesitaba que él estuviese susurrándome, como en una sesión de hipnosis, todas aquellas palabras que yo necesitaba oír, todo el cariño que necesitaba recibir y que poco tenía que ver con el amor que muchos me había jurado sentir.