viernes, 24 de mayo de 2013

Narnia y otras formas de destierro


            Por allá quedarán las tardes de playa a las que nunca fui, los comentarios obscenos sobre “papito” y su séquito de unicornios salvajes (como “La Porno”, “Sacarina” o “Cromañón”) y las horas mal o bien invertidas en nuestra queridísima cafetería.

            Pero por partes. No nos agobiemos.

            El curso acaba, el estrés domina y los Red Bull se apuran en las bibliotecas más cercanas. Las ojeras, cual muerto, aparecen en los exámenes finales a los que, por diferentes motivos, tampoco asistí y las “cerecillas” revolotean al viento tafireño, escondiendo chuletas y apuntes entre abrigos de visón y maletas Rip Curl.
            Se siente el olorcillo a verano aunque un tanto nublado por esta época tan odiada por los ingenuos estudiantes que no saben lo que realmente les espera: si una muerte rápida o una violación sin premeditación en la esquina más firme de la mesa.
            La tristeza ante los suspensos deja paso a la nueva esperanza para la próxima convocatoria, mientras hago mi conocidísimo camino a la cafetería donde me recibe “la guarrona rubia” que nunca aprendió a sonreír.

-Un café solo, largo.-Le aclaro.

            Soplo mi café, saco mis almendras y me las como a escondidas mientras ojeo la página de contactos del periódico local.
            Hoy tampoco tengo ganas de estudiar.
            Abandono la búsqueda de Pancho, mi granjero relativamente sincero, y me coloco en profundidad de periscopio a la espera de mi futuro “churri”, “cari”, “azucarillo” o de “Papá Oso”, que también me hace feliz.
            Me encuentro a mi “desviado” favorito en una mesa cercana, su oficina, compartiendo una animada charla con el resto de villanos marujas.

-…entonces se abrió la cremallera del vestido y…-Contaba animadamente.

            Comienzo a pensar que estas escenas dejarán de repetirse en un corto período de tiempo y que puede que esta sea incluso la última, la más memorable. Los observo detenidamente recordando que ingeniería no es para mí lo que creí que sería. Que quizás, a la corta o a la larga, acabe abandonado la exhaustiva carrera y que lo que más eche de menos, no sea el temario ni el esfuerzo sino las mañanas como esta, con ellos.
            Este amor, que nace sin premeditación ni procedencia ha despertado en mí una adicción a las barbas, las almendras y al léxico español más soez.
            Puedo decir que este año he aprendido muchas cosas. Pocas relacionadas con el temario educativo presentado para este curso. Que también es importante, sí, pero no me ha producido gran relevancia personal en comparación con el resto de elementos de mi aprendizaje.
            Ahora me sé un amplio repertorio de canciones hipnóticas (gracias Gusgus) y de otras no tanto como las de Alaska y su banda de “maricas locas”. Ahora sé que el squash sorprendentemente sigue siendo un deporte, que los frutos secos despiertan una atracción magnética  en mi, que los asientos de la 25 son un mito, que soy Lady Hielo a tiempo parcial, que el camarero es argentino y que mi límite está en dos jarras de cerveza (gracias también por eso Gusgus).

-¿Ven? Me siento lista.

            Mi destino: Narnia. Salgo de la cafetería dispuesta a afrontar la aventura que supone la 25 a las dos en punto de la tarde, abandonando otro día productivo mientras pipupi pu pi pu pu pi pi pu……… (cosas de ingenieros).
           Allá quedarán las noches de montaditos bajo la atenta mirada de algún profesor de tecnología, sonando una música celestial de fondo, algo así como “reeegresa a miiiii, quieeeremeeee otra veeez...” mientras el alcohol consumido va calmando los dolores y la 01 calentando los motores.
           Otra vez a Narnia. Es algo de lo que no puedo escapar, siempre vuelvo a mi lugar de destierro tan lejos de mis locos, locos, villanos favoritos.

           P.D. Perdón por el sentimentalismo añadido, es que se me metió una integral en el ojo y una “horandela” en el cerebro.
-Súper, ¿Estás ahí?

lunes, 13 de mayo de 2013

"El amor es como un secreto. Es divertido tener un secreto. Te hace sentir especial."




“[…] Incluso en este momento, mientras ella estaba encerrada en aquella habitación disfrutando de las vistas, deseaba susurrarle de forma pausada dos simples palabras que abarcan cinco insignificantes letras.
Pero no, ella seguía deseándolo a él, con su don para las palabras, para los halagos de "machito". Seguía prefiriendo a un proyecto de hombre que miraba a las mujeres como si fuesen carne barata. Un niño que las trata con desprecio, que se cree arrogante y superior a cualquier otro ser mortal. 
Quizás ella piense que soy un descerebrado como él, que soy un mujeriego, que no sé cómo tratar a una mujer, que no se cómo amar. Quizás piense que no sé qué demonios es el amor.
No puedo seguir con esta tortura, no puedo seguir callándome algo que me muero por decir. No puedo seguir reteniendo por más tiempo que amor es verla llegar con su pelo suelto, dedicarle sonrisas que no son devueltas. Amor es acostarme sintiendo su perfume en el aire, planificar saludos que terminan en balbuceos.
Amor es verla desaparecer por la escalera y desear salir tras ella.

domingo, 5 de mayo de 2013

Por el camino de la locura.


             

           Estaba allí, subiendo por la montaña de la locura, disfrutando de un momento irrepetible de esos que se quedan guardados para siempre.
              No estaba segura de a dónde iba. La música estridente sonaba a todo volumen en aquel coche nuevo, mientras yo hacía de copiloto siguiendo una carretera poco iluminada.
              Siento el viento en mi cara, el sonido en el aire y la risa escapando de mi cuerpo.
Soy tan feliz.
             No quiero volver al mundo real. No me quiero bajar. No quiero estar en ningún otro lado. Siento que el mundo no es nada porque yo soy enorme, siento que estoy viajando sin rumbo y no me importa. Todo da igual.
             Giro la cabeza y observo las luces de las casas que aún siguen despiertas a esta hora. Sigo sin entender en qué momento se ha producido el cambio que lo ha significado todo, sigo sin comprender cuándo he cambiado mi forma negativa de pensar y ahora me alegro de estar siguiendo un camino sin rumbo con gente a la que, de alguna forma, he aprendido a querer recientemente.
            Ahora que los libros me reclaman, sé que extrañaré las tardes de té y de filosofía casera en la habitación del desahogo. Lo extrañaré cuando las charlas sobre literatura ya no sean algo accesible. Por  eso y demás: gracias por regalarme este momento inolvidable.
 “Yo también necesitaba esto.”

miércoles, 1 de mayo de 2013

Mr. Jones (2/2)


           


            “Por otro lado estaba el presente donde Mr. Jones me acariciaba con sus suaves palabras.
             Él me transportaba a otro mundo con su mirada de galán reprimido. Era un mundo bonito cargado de colores vívidos y estampas de postal, donde él simplemente sostenía mi mano, donde me escuchaba sin interrupciones y sin buscar nunca su propio beneficio.
            Aunque nuestro mundo era muy idealizado él seguía vistiendo su traje negro sin la mínima arruga, manteniendo siempre su mirada de galán cortés y yo seguía siendo su sustento, su escapatoria al mundo relativo en el que solía vivir la mayor parte del tiempo.
            Incluso el aire gritaba nuestros nombres y cuanto más tiempo pasábamos en nuestro mundo, más me convencía de que nuestro amor seguía tan impoluto como su traje, de que nuestras personalidades se acoplaban de tal manera que no existían arrugas que pudiesen estropear nada. Sostuvo mi mano y yo sostuve la suya, nuestros ojos conectaron y volvimos a escapar.”