domingo, 30 de marzo de 2014

Long Road

Video en YouTube (click en la imagen):

         “Me encontraba desamparada. Sabía que nadie iba a encontrarme aquí, entre los pinos y la maleza, entre el bosque de este pueblo solitario. Tampoco estaba convencida de que quisiese que me encontrasen.

           Pero tenía ese sentimiento de bipolaridad: quería que alguien me encontrase para sentir que significaba algo. Quería poder creer que alguna persona me echaba de menos, que importaba aunque fuese solo un poco. Pero a la vez necesitaba quedarme allí, sola, decidiendo si el volver a casa seguía siendo una opción contemplable para mí.

           Me dije que solo se trataba de un enfado pasajero, que a la mañana siguiente ni siquiera me acordaría de toda esta ira y que mi vida continuaría sin freno como hasta ahora.

           Pero es que aferrarme a esa idea me costaba tanto…Pensar en seguir de esta manera me revolvía el estómago. Yo no quería quedarme aquí, entre peleas y enfados, quería conocer el mundo, algo más allá de mi lúgubre casa y de mi desoladora vida.

           Quería cerciorarme de que ahí fuera, en el resto del mundo, alguien podía demostrarme que sí se puede ser feliz de forma constante.”

miércoles, 26 de marzo de 2014

Reencuentro.


          Este reencuentro me ha sabido a poco.

          No me refiero solo a ese reencuentro, me refiero a los reencuentros de esta última semana. Se trata de lo que aún está ahí, de nosotros en nuestra sede central, de ella llevándome a la universidad, de los recuerdos que hemos creado a partir de eso y de los recuerdos que aún quedan de nosotros, de todos nosotros.

          Quién diga que el poder reside en el dinero es un materialista, pero quién diga que el poder, la gloria y la felicidad residen en los recuerdos de un pasado aparentemente feliz es más que un dios, porque tiene el poder de hacer que todo lo malo del presente se esconda tras una cortina de recuerdos, que todo aquello perjudicial para el alma no vale nada cuando alguien se alimenta de la felicidad de un momento pasado.

          Quizás es esto lo que me ha sucedido a mí, después de haber caído y haberme sumido en la oscuridad de la angustia he conseguido ponerme nuevamente de pie y no gracias a mi esfuerzo ni a un milagro nacido de la nada. Salir de la negrura es difícil cuando a una ya la ha envuelto casi por completo, pero alguien, ellos, supieron calmar los dolores del presente, derribar las barreras del tiempo y olvidar que las cosas se apagan lentamente. Ellos supieron levantar mi ánimo dormido, mis ganas de seguir. Supieron, sin saberlo, devolverme esta alegría que aún estoy descubriendo.

          Y por supuesto, ella me devolvió a la realidad del pasado antaño, a los recuerdos de la etapa de cansancio, a la de crecimiento, a lo bueno y lo malo del ahora. Me hizo recordar la seguridad del pasado pero también la realidad de nuestro presente tan alejado, tan alejado la una de la otra sin aparente solución.

          Y así sigo alimentándome de recuerdos, sin vísperas a un nuevo reencuentro. 

domingo, 23 de marzo de 2014

Adiós "Deriva".



Ahora que le he puesto rumbo a mi barco solo me queda esperar que todo salga como lo planeado. Que lo que venga a partir de ahora sea simplemente disfrutar de un viaje tranquilo y de las vistas, y que lo que haya al final del horizonte no sea la caída a un precipicio sino un camino nuevo para seguir navegando. 

miércoles, 19 de marzo de 2014


“Mi padre me puso una mano sobre el hombro y me miró como si, por un breve instante que nunca había de volver, estuviese orgulloso de mí, aunque me gustasen los libros que él no podía leer, incluso aunque ella nos hubiese dejado a los dos, el uno contra el otro. En aquel instante creí que mi padre era el hombre más bondadoso del mundo, y que todos se darían cuenta si la vida, por una vez, se dignaba darle una buena mano de cartas.” 

- David Martín. 

El Juego del Ángel - Carlos Ruiz Zafón

domingo, 16 de marzo de 2014

"Querido y no tan querido Sr.Wert:"

Querido y no tan querido Sr.Wert:

           Gracias por darles a los estudiantes algo por lo que luchar y gracias por robárselo cuando más lo necesitan. Justo en ese momento cuando el deseo de ser alguien se vuelve una aventura y el dolor del presente no nos deja respirar.

            Usted también ha sido estudiante, usted también ha luchado por algo o por ser alguien, aunque ahora simplemente sea alguien muy odiado. Lo que quiero que entienda es que lo único que le está haciendo a una educación ya de por si pobre es sumirla aún más en una “pauperrimidad” total. ¿De verdad quiere a su pueblo?

            Sabemos que sus hijos van a colegios, institutos y universidades privadas y que usted y su familia no viven la misma situación que la mayoría de la población española, pero no se preocupe ministro que yo le explico.

            Sé que existe una posibilidad muy elevada de que no hayan tenido que sentir la presión desmesurada que es llegar a fin de mes y no saber si le dará el dinero para comer. Quizás tampoco haya notado la lentitud del paso del tiempo en cada día cuando la agonía de pagar una deuda se hace insoportable. Una deuda, que por cierto, fue contraída para pagar un sueño como es el llegar a ser alguien y no precisamente alguien tan odiado como usted.  

            Querido y no tan querido señor Wert, perdóneme por querer ser alguien, gracias por darme la oportunidad de comprobar que todo, incluso la educación, está envenenado en este país. Gracias por quitarme algo que me corresponde por derecho y sobre todo espero que las cosas le sigan yendo igual de bien y que ninguno de sus hijos sientan nunca la agonía y el fracaso personal que supone la imposibilidad de acudir a la universidad por problemas económicos.

            Siento también que esta carta haya sido escrita en vano porque aunque comparta mis palabras se que jamás llegará a leerlas y que todos mis problemas y los problemas del resto de estudiantes, a usted, le importan una mierda.

Atte. Giulietta 

miércoles, 12 de marzo de 2014

" Tanto hablar del fin que ahora apenas duele." - Love Of Lesbian


             Después de mirarlo con perspectiva, me di cuenta de que tampoco estaba tan mal, que a la larga la decisión que había decidido tomar iba a ser poco aceptada pero que para mí, y a la corta, significaba un alivio y quizás también una muy buena excusa.

             Me consuelo diciendo que aún tengo tiempo de cambiar mi decisión, pero creo que después de este año agotador, de tantas lágrimas a escondidas y tantas risas ganadas tras la matanza de ingeniería, me merezco poder decidir sobre mí y por supuesto sobre mi futuro. Creo que me merezco poder elegir entre cuatro años de torturas o continuar con la felicidad que ha ido creciendo este último año sin tener que cambiar mi elección por el “qué dirán”.

             Me merezco poder seguir siendo feliz, como todo el mundo. Por fin he entendido que está en mi el poder cambiar una pieza de la maquinaria y aceptar que la vida, con sus subidas y sus bajadas, puede ser extremadamente placentera si sabemos discernir entre lo que nos conviene y nos hace felices, y aquellas decisiones que tomamos por obligación convencidos de que en realidad tenemos el poder de elegir.  

domingo, 9 de marzo de 2014

La negrura del "Ayer" .


              Parece que la negrura vuelve a avanzar por mi vida y que vuelvo a vestir de gris, siempre gris. Lo bueno, esta vez, es que sé a qué se debe y quizás este es un buen comienzo: saber cuál es el problema te ayuda a buscar soluciones a tanta tristeza contenida.

              La verdad es que si desconociese la causa de mi constante preocupación lacrimógena sería aún peor, ya que además de soluciones a un problema desconocido tendría que agregarle la insufrible búsqueda de tantos sustantivos negativos.

              Me hace acordar tanto al pasado…a aquellas tardes en la biblioteca intentando buscar un remo con el que pudiese seguir navegando, intentando ponerle palabras a un sentimiento que rozaba la negrura y que, desconocido o no, se había enquistado ya en mi y había terminado aceptándolo como mío.

              Estoy comparando la Giulietta de antes con la de ahora y me enorgullece darme cuenta de que he cambiado a pesar de haber reconocido que el cambio me aterra. Me siento mucho mejor que antes, creo que he madurado y al madurar he crecido como persona y ahora sé que nadie me impone nada y que las decisiones he de tomarlas yo independientemente del maldito “qué dirán”, porque ahora se cuales son las diferencias existentes a la hora de tomar las mismas decisiones y de buscar soluciones para dejar atrás a aquella negrura con la que solía convivir y que había terminado por aceptar como mía. 

miércoles, 5 de marzo de 2014

"Lo atroz de la pasión es cuando pasa, cuando al punto final de los finales no le siguen dos puntos suspensivos." - Joaquin Sabina


              Supongo que ahora tocará aquello de los whiskys a destiempo, las lágrimas en mitad de la noche y las resacas propias de ese licor llamado amor. 

              Ahora toca dedicarme en cuerpo y alma, como hasta ahora y para variar, en la búsqueda de aquel ideal tan gastado con el que soñaba tiempo atrás. Ahora que los días han pasado me doy cuenta de que realmente no era él, sino este ideal tan perfecto creado por mi misma el único merecedor de mi amor. Me da igual que suene ridículo y me da igual quedar en evidencia. No creo que sea algo para avergonzarse reconocer que prefiero seguir enamorada de un fiel ideal imaginario que de aquellos amantes pasajeros que tanto daño hacen cuando menos te lo esperas.

              Es el único ser, imaginario o no, que aún me mantiene expectante, aún mantiene viva las sonrisas en los días grises y aún sigue manteniéndome contenta a pesar de este presente tan castigador a ratos. Aunque a veces me pregunte si es esto lo que estoy haciendo mal: aferrarme tanto a él me hace cuestionar la veracidad de algunos trágicos amores pasados.

¿Hago mal si me dedico a amar a alguien que sé que no me hará daño? 
¿Alguien conoce algún analgésico para los dolores de “mal de amor”? 

domingo, 2 de marzo de 2014

Me han roto el corazón.


Hoy me han roto el corazón.

           Parece mentira que después de haber escrito tanto melodrama, de haber sumergido a mis personajes en piscinas de lágrimas y haber inventado mil y una situaciones, me haya sorprendido de esta manera. De esta manera tan dolorosa.

           Ya no recordaba justamente eso, el dolor. Ya no me acordaba de la sensación de vacío que se te queda en el cuerpo tras algo que no ha llegado a ser nada.

           Lo más preocupante es que ha sido mi culpa. Quizá porque siempre soy la que lo da todo, siempre soy la que se vuelca más en imaginar cómo y cuándo lograré decir la realidad del porqué de tantas palabras, de tantas risas y de tanta complicidad, mal o bien, siempre buscada.

           Lo malo ha sido darme cuenta de que estaba dispuesta a obviar sus defectos, a caminar de la mano con alguien con quien apenas he podido pasar algunas horas. Lo peor ha sido darme cuenta de que estaba dispuesta, y más que dispuesta, a presentárselo a mi círculo más cariñoso. Lo que nunca.

           El dolor que queda tras todo esto no se puede resumir, no se puede palpar porque así es lo que está creado por la máquina, inerte y carente de sentimientos, abrigado por la frialdad de una letra Times New Roman. 

          Demasiado duro es ya todo como para aguantar este nuevo golpe de la vida, y ya es la vida demasiado dura como para tener que afrontar un nuevo capítulo maltrecho de este desgastado y ocupado corazón.